ALOE: cultivando la planta de los mil usos

En Mendoza nombrar al “aloe” es para las generaciones mayores sinónimo de planta medicinal y ornamental, muchas son las propiedades que se le reconocen y muchos son los jardines que destinan un lugar para alguna de sus variedades.

En una planta de origen africano (península Arábica) y que de allí se ha distribuido por regiones subtropicales y de ambientes rocosos.

Perteneciente a la familia de las Liliáceas esta suculenta o crasa tiene un sinnúmero de propiedades medicinales que van desde la regeneración de la piel frente a quemaduras de sol, por ejemplo, a mejorar aspectos capilares como la eliminación de la caspa, y a aliviar diferentes sintomatologías del aparato digestivo.

¿Cómo se cultiva?

Al provenir de un ambiente semidesértico es conveniente que el lugar elegido esté a pleno sol o media sombra (yo profiero esta opción porque la planta es menos rústica si se la empleará con fines medicinales).

Es conveniente que el suelo tenga muy buen drenaje ya que no resiste bien los encharcamientos o anegamientos por exceso de agua. Si se la tiene en maceta lo ideal es preparar un sustrato (tierra) con características similares a las que se emplean con las cactáceas; éste debería tener 1/3 de tierra de jardín, 1/3 de arena o perlita y el resto de una tierra a base de hojas (con buen porcentaje de materia orgánica).

El riego debe ser moderado, es decir, una vez que se secó la tierra allí regamos nuevamente. En verano podemos decir que generalmente basta con un riego semanal. Esto lo definiremos cada uno en función de dónde se encuentra nuestra planta (suelo o maceta; terraza o balcón; etc.) y teniendo presente la premisa anterior.

¿Cómo se multiplica?

Hay tres formas de hacerlo, generalmente las haremos a mediados de la primavera.  La más elegida es la división de matas o por hijuelos. Las otras dos son a través de semillas o a partir de una hoja.

  • División de matas: empleada por excelencia por la velocidad para obtener un nuevo ejemplar consiste en separar de la planta “madre”. Para ello debes sacar la planta de la maceta y emplear un cuchillo con muy buen filo para cortar o desprender los hijuelos procurando de no producir mucho daño cortar muchas raíces. Si se va a obtener un nuevo ejemplar a partir de uno de gran porte que se encuentra en el suelo, podemos retirar alguno de las ramificaciones basales empleando el cuchillo y dejarla a la sombra un par de días para que el corte pierda humedad (se deshidrate y no se pudra) y luego plantarlo y regarlo.

 

  • Por semilla: una vez recolectadas las semillas conviene realizar una “cama” de siembra con un sustrato arenoso. Una vez que las semillas germinaron y tenemos las nuevas “aloes”, las trasplantaremos a contenedores individuales. En este tipo de reproducción, que es el más lento, conviene hidratar las semillas para tener un mejor porcentaje de germinación.

 

  • Por hoja: este tipo de reproducción no lo he empleado personalmente porque siempre elegí la división de matas, pero consiste en retirar una hoja de la planta haciendo un corte limpio con un cuchillo de buen filo; se deja secar el corte a la sombra por un par de días y finalmente se planta dejando un tercio de la hoja por debajo del nivel del suelo. Puedes emplear hormonas de enraizamiento comercial para aumentar el porcentaje de éxito.

 

Plagas, enfermedades y más

El aloe es una planta que no requiere de grandes cuidados ni conocimientos avanzados de jardinería, pero cuando observamos nuestra planta y vemos que no se encuentra hermosa como nos gusta debemos estar atentos y actuar en consecuencia.

  • Hojas delgadas, largas y tallos estirados: es sintomatología de falta de luz, trasplantar a un lugar con más horas de sol (6 a 8 horas) o cambiar de lugar la maceta. Si la variedad que tenemos tenía motas u otro tipo de dibujo, es probable que ese “diseño” se haya perdido y la hoja sea completamente verde.

 

  • Hojas delgadas y enrolladas: la razón principal para que ello ocurra es la falta de agua, aumenta la frecuencia de riego.

 

  • Hojas quemadas: si la planta tiene las hojas con un color ocre en lugar de verde, puede que esté sufriendo por exceso de sol, trasládala a un lugar donde no le de el sol del mediodía, ya que no todas las variedades son resistentes a tanto.

 

  • Hojas amarillentas que se caen: una de las razones más probables para que ello ocurra es que nos encontremos con la presencia de cochinillas. Limpia las hojas con agua jabonosa, eso formará una película sobre ellas y morirán de asfixia. Si al observar en lugar de las cochinillas vemos unas diminutas arañitas y su tela, estamos en presencia de una “arañuela” y la forma de combatirla es simplemente rociando la planta periódicamente con agua para evitar darle las condiciones que a ellas les gusta: “ambientes secos y polvorientos”.
  • La planta no crece: aquí podemos tener varios factores, el más simple de corregir es el debido a la falta de nutrientes en el suelo y se soluciona con un fertilizante de tipo comercial o el aporte de abono orgánico (preferible si la planta la empleamos medicinalmente). La otra razón posible es la presencia de cochinillas en las raíces, en este caso deberemos sacar la planta del suelo o la maceta, limpiar las raíces cuidadosamente eliminando las que están en mal estado o cortando con una tijera afilada las dañadas para luego aplicar un insecticida a las mismas y plantarla nuevamente. Te recomiendo que cambies de lugar la planta o la maceta y tierra según sea el caso.
  • Podredumbre de hojas: suele darse en las hojas que están en contacto con el suelo cuando éste no se seca con rapidez. El modo más simple de prevenirlo es colocado una capa de arena en el medio. Si ya está, corta las hojas afectadas con un cuchillo limpio y afilado.

Espero que esta parte del artículo no te haya «asustado» ya que el cultivo de esta planta es muy sencillo. Si deseas conocer más escribe en los comentarios, envíame un correo electrónico o suscríbete al boletín. Muchas gracias .

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