Uso seguro de una motoguadaña

El día que una «falda» evitó pagar un vidrio roto y perder un cliente

(Una historia verídica, con “seguridad” entre líneas)

Era sábado por mañana, allá por noviembre del 2014.

El cielo celeste de las 8:30 anunciaba engañosamente una mañana templada y relajada.

Por entonces los sábados trabajábamos en el mantenimiento de las pequeñísimas áreas verdes de una estación de servicio y de la distribuidora de combustibles diésel propiedad de los mismos dueños que se encontraba a unos 50 metros de la primera y cuyos jardines eran amplios superando los 7500 metros cuadrados.

Como para que te des una idea de lo que correspondía a la estación de servicio. Los jardines estaban formados por una franja de pasto al costado del playón de expendio de gasolinas y otro frente a las oficinas con cuatro tremendos “Acer negundo” de más de 40 años y que lamentablemente vi cómo fueron erradicados en función de la ampliación del edificio.

Esa mañana, alrededor las nueve y media, un camión recién salido de la agencia, con su pintura lustrosa, los ploteados de la firma que hace la distribución en su sitio y con su primera carga de combustible visitó el lugar para rellenar las bodegas con su contenido.

Su chofer, Juan Carlos, a esa hora ignoraba la serie de acontecimientos desafortunados que este destino le deparaba.

Pero te describo un poco más el lugar y luego sigo con lo del camión que es parte fundamental de la historia, pero más adelante.

Cuando te digo que había “pasto” es porque ni cerca de convertirse en un verdadero césped, era una mezcla de verdes producto de alguna semilla aportada, nuestra chipica (bermuda), y cuanta planta encontrara allí su lugar transitorio o definitivo de residencia y que semana a semana sería recortada.

Era un espacio muy rústico, desparejo, sin sistema de riego, y con el aporte voluntario de la gente que en su ignorancia consideraba que papeles, bolsas y colillas de cigarrillos aportaban nutrientes al suelo para que el pasto se pusiera más lindo.

Creo que notaste mi ironía, es que me había cansado de hablar y solicitar por escrito, que se colocaran más cestos para los residuos y de que los “playeros” que además de expender el combustible limpiaban el playón, no sacudieran los lampazos con restos de combustible mezclados con tierra, papelitos y más cosas sobre esa franja verde.

En lo personal creo que es una invitación a transeúntes y visitantes a copiar el comportamiento.

Los dos rectángulos verdes por sus condiciones de “rusticidad” determinaban que no se pudieran cortar con una segadora de césped y se tuviera que emplear una desmalezadora o desbrozadora (algo así como la bordeadora que tenés en tu casa, pero más potente y con motor a explosión).

Los jardines no estaban en la lista de mejoras que recibiría el resto del lugar porque serían erradicados como los árboles y reemplazados con canteros. Por ello no se invertía dinero suficiente ni esfuerzo en mejorarlos.

Esa mañana de noviembre mientras revisaba el estado de salud de algunas plantas en la distribuidora, uno de mis empleados (Gonzalo) estaba con su máquina recortando el pasto en la franja lindante al playón.

Ningún vehículo estaba allí porque al momento de la descarga de combustible no tienen permitido el ingreso por cuestiones de seguridad.

Gonzalo estaba, cual animal herbívoro, avanzando lentamente sobre el pasto recortándolo y dejando un aspecto de alfombra verde perfectamente lisa disimulando lo irregular del terreno.

A más de 15 metros estaba detenido el camión que te contaba antes. Destaco la distancia porque es la mínima recomendada a dejar entre el operario y cualquier persona, o vehículo.

Gonzalo es un tipo responsable en su trabajo, es de los que no hay que perseguir para que se coloque todos los elementos de seguridad o protección personal (los ahora famosos EPP). Que por si no los conoces son: anteojos de acrílico, protectores auditivos, guantes, calzado de seguridad y otros que se suman cuando las tareas determinan condiciones más riesgosas como el desmalezado en donde usamos protectores faciales, casco y más. O cuando aplicamos agroquímicos.

Alrededor de las 8:00 de la mañana con el cambio de turno del personal de la gasolinera todo se deja en impecables condiciones.

Aquí entra en el relato nuestra señora “granito”, una pequeña piedra de unos 5 mm de diámetro que había recorrido un largo camino en el dibujo del neumático de una camioneta hasta la estación de servicio. 

Allí se subió al lampazo y llegó al jardín con su cara manchada de aceite junto a tres papelitos y un chicle.

Gonzalo, ignorante de su presencia camuflada con los colores de la tierra que la había recibido, sigue hermoseando el lugar, dentro de las posibilidades.

El cabezal de la desmalezadora que estaba utilizando tenía una tanza de unos 2,4 mm para el corte, de color amarilla. No es muy gruesa y permite acabados decentemente prolijos gracias a la pericia del operario.

Esa tanza golpeó sin piedad a “granito” haciéndola volar unos 20 metros y deteniendo de forma brusca su trayectoria al golpear el vidrio nuevo, del camión nuevo, que en su primer viaje estaba allí.

El vidrio colapsó en miles de diminutos pedazos y con ello cae al suelo el espejo retrovisor adherido a él.

No te podés imaginar la reacción de Juan Carlos frente a ello cuando el sonido interrumpe la jocosa charla que tenía con un amigo.

Casi se come crudo y con toda la ropa a Gonzalo.

Un playero corre a mi encuentro en la distribuidora y me pone al tanto de la situación.El número de palabras fuera del lenguaje correcto era escalofriante.

Juan Carlos tenía un diccionario aparte.

Una vez iniciado mi diálogo y habiendo aplicado cuanta estrategia de mediación de conflictos recordaba de mi etapa docente. Logramos entendernos, buscamos distintas opciones que si bien no reparaban el daño intentaban minimizarlos.

El gerente de la estación de servicio se comunica con sus superiores y con la empresa que le vende el combustible.

Comienza a partir de ese momento un interrogatorio que podría determinar no sólo la reparación del daño, “pagar el vidrio roto”, sino también perderlos como clientes.

Voy a resumirte lo que en esos quince minutos, que se sintieron como una hora, me preguntaron.

– Gerente (Ricardo): ¿El operario llevaba todos los EPP? (te acordás que te dije antes que le llaman así, más moderno, a los Elementos de Protección Personal).

– Yo: sí (botas con punta de acero, delantal, anteojos, protectores auditivos, …

– Ricardo: ¿La desmalezadora está completa o le faltan piezas? (esto lo pregunta porque habitualmente se observa que para realizar más fácilmente el trabajo, se le quitan las piezas que protegen el cabezal de corte y aumentan en consecuencia el riesgo de accidentes)

– Yo: Tiene todas sus partes y los elementos que hacen más segura su operación. Tiene su falda (en realidad se llama faldón) y el complemento para el corte de la tanza así no sobresale del protector y hace más seguro el manejo.Y continúo diciendo, Gonzalo verificó que ningún vehículo estuviera a menos de 15 metros, pero en ocasiones los objetos alcanzados por la tanza vuelan más como lo hizo la pequeña piedra.

– Ricardo: más preguntas…

– yo: más respuestas…

Seguido al interrogatorio, el gerente se dirigió a las oficinas a realizar una llamada más por teléfono.

Otra espera, ahora media hora que en mis huesos parecieron una hora y media.

Sale Ricardo y se acerca con una cara que poco me permitía anticipar lo que me diría.

Hemos verificado todo lo que nos dijiste, las cámaras de seguridad determinaron que es un “accidente” y no “negligencia”. Además, el chofer hacía cinco minutos que había finalizado su tarea y no debería haber estado allí por lo que para ustedes está todo bien

Una tonelada de nervios se desprendió de mi espalda.

“Una falda evitó pagar un vidrio roto y perder un cliente”.

Con esta historia verídica, a excepción de los nombres, quiero que sepas lo importante del empleo de máquinas y herramientas tal como fueron diseñadas. Sin adaptaciones que pongan en riesgo tu integridad o la de quienes están cerca.

Y… una cosa más.

Si te gusta que te cuente cómo resolver situaciones o el empleo de herramientas narradas de esta manera, deja tu comentario.

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